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El Gran Apagón: El día que volvimos a recurrir a la radio

30/04/2025

Índice del artículo

El histórico apagón eléctrico que paralizó España el 28 de abril de 2025 ha puesto de manifiesto, una vez más, el valor insustituible de la radio como medio de comunicación resiliente en situaciones de crisis. Mientras las pantallas se apagaban y las redes móviles caían, millones de españoles recurrieron a un viejo conocido: el transistor. En plena era digital, este fenómeno nos recuerda que la tecnología más sencilla puede convertirse en la más valiosa cuando fallan los sistemas más avanzados.

 

El «Cero Energético» que paralizó España

A las 12:33 horas del lunes 28 de abril, España experimentó un fenómeno sin precedentes: la súbita desaparición de 15 gigavatios del sistema eléctrico en apenas cinco segundos, lo que representaba aproximadamente el 60% de la energía que se estaba consumiendo en ese momento. Según explicó Red Eléctrica, este evento «absolutamente excepcional y extraordinario» provocó un «cero energético» que desconectó instantáneamente toda la España peninsular del sistema eléctrico europeo. El apagón no se limitó a nuestro país, sino que también afectó a zonas de Portugal, Andorra y el sur de Francia, convirtiendo esta crisis en un fenómeno transfronterizo.

Las consecuencias fueron inmediatas y espectaculares: los trenes quedaron detenidos en las vías, los semáforos se apagaron, los ascensores se paralizaron, y la presión del agua corriente disminuyó en muchas localidades. Los aeropuertos como Madrid-Barajas y El Prat en Barcelona sufrieron retrasos considerables, mientras funcionaban con capacidad reducida gracias a sus sistemas de emergencia. Aunque los hospitales activaron sus generadores auxiliares, muchos se vieron obligados a retrasar tratamientos y posponer operaciones no urgentes.

La restauración del servicio eléctrico comenzó de forma progresiva, con las primeras zonas recuperando el suministro a partir de la tarde. A las 17:24, Red Eléctrica informaba del restablecimiento en áreas de Cataluña, Aragón, País Vasco, Galicia, Asturias, Navarra, Castilla y León, Extremadura y Andalucía. No obstante, la normalización completa del sistema requirió entre 6 y 10 horas, tal como había previsto el operador del sistema eléctrico.

 

Colapso gradual de las redes y caída de la demanda de Internet

Un aspecto particularmente crítico fue el colapso gradual de las redes de telecomunicaciones. Si bien inicialmente algunos teléfonos móviles seguían funcionando, a medida que avanzaban las horas y se agotaban las baterías de reserva de las estaciones base, las comunicaciones empezaron a caer progresivamente. Vodafone informaba a las 14:26 que su red móvil se mantenía activa en un 70% gracias a generadores y baterías de reserva, pero la situación empeoró con el paso del tiempo. Las operadoras recomendaron «limitar las comunicaciones a las estrictamente necesarias» mientras trabajaban para mantener los servicios esenciales.

La demanda de internet se desplomó de forma dramática durante las primeras horas del apagón. Según datos de Cloudflare Radar, el tráfico de internet en España cayó un 60% inmediatamente después del corte eléctrico, y en las siguientes cinco horas, la reducción alcanzó el 80% en comparación con la semana anterior. Esta caída se atribuyó tanto a la falta de energía en los dispositivos de los usuarios como al colapso de las infraestructuras de telecomunicaciones. Las solicitudes al resolver DNS 1.1.1.1 de Cloudflare, por ejemplo, disminuyeron un 54% inicialmente, reflejando la incapacidad de los usuarios para acceder a servicios básicos en línea.

La calidad de la conectividad se deterioró significativamente. Antes del apagón, la velocidad media de descarga en España era de 35 Mbps, pero horas después del corte, esta cifra se desplomó a 19 Mbps, acompañada de un aumento de la latencia de 22 ms a 40 ms. Ookla corroboró estos datos, señalando que la velocidad mediana de descarga móvil cayó un 73%, situándose en 14,64 Mbps, mientras que la proporción de usuarios con conexiones estables (≥5 Mbps de descarga) se redujo del 95% al 50% al mediodía.

El tráfico en puntos críticos de intercambio de datos evidenció el impacto regional. En Madrid, el flujo de datos en el nodo DE-CIX se redujo de 588 Gbit/s a 252 Gbit/s (-57%), mientras que en Barcelona la caída fue del 64%. Por su parte, el punto neutro ESpanix registró una disminución del 60% en el tráfico tras el apagón, llegando a mínimos del 90% en algunos intervalos. Estos descensos reflejaron no solo la desconexión de usuarios residenciales, sino también el colapso de equipos sin respaldo energético en centros de datos secundarios.

La experiencia del usuario se vio profundamente alterada. Los tiempos de carga de páginas web aumentaron un 20%, y la capacidad para transmitir audio y/o video, se redujo drásticamente. Plataformas como Google registraron un pico histórico de búsquedas relacionadas con el apagón, con más de 5 millones de consultas en minutos, evidenciando la dependencia de la población de conexiones móviles residuales para obtener información.

 

Cuando el silencio da nuevamente voz a lo analógico

En medio de la parálisis tecnológica que trajo consigo el apagón, un medio centenario volvió a demostrar su extraordinaria relevancia: la radio. Mientras las televisiones quedaban inutilizadas en los hogares y las redes sociales inaccesibles, las emisoras radiofónicas se convirtieron en el cordón umbilical informativo para una nación a oscuras. Una imagen se repitió por toda España: ciudadanos paseando por calles sin semáforos con transistores pegados a la oreja, vecinos congregados alrededor de vehículos con la radio encendida, y pequeñas multitudes formadas bajo balcones donde alguien había colocado altavoces para compartir las últimas noticias.

El desafío técnico para las emisoras fue descomunal. La Cadena SER, por ejemplo, logró mantener su emisión ininterrumpida gracias al ingenio y la dedicación de su equipo técnico. Como explicaron Augusto Molina, director técnico, y Héctor Zafra, responsable técnico de la cadena: «Lo primero que hicimos fue apagar equipos, monitores y todo lo posible para ahorrar lo máximo posible. El objetivo era conseguir más autonomía y gastar menos gasóleo del equipo electrógeno que mantuvo a la radio«. Ambos técnicos reconocieron que nunca habían enfrentado una situación similar en su carrera profesional.

Las emisoras tuvieron que adaptar rápidamente su programación para ofrecer boletines informativos continuos sobre la evolución del apagón, consejos de seguridad y actualizaciones de los servicios de emergencia. Los periodistas radiofónicos trabajaron en condiciones extremadamente complicadas, muchas veces a la luz de linternas o con equipos de emergencia, para seguir llevando información vital a los ciudadanos. Roberto Santamaría, director de Radio Nacional de España, narró cómo continuaron la emisión hasta las 3:00 de la madrugada a pesar de que se sobrecalentaron los grupos electrógenos: «Tuvimos que apagar todos los ordenadores, preparar una unidad móvil por si acaso teníamos que emitir desde la calle y utilizar baterías auxiliares, una de ellas al 8%».

La crisis evidenció una paradoja tecnológica: el dispositivo más sencillo y aparentemente obsoleto resultó ser el más fiable. A diferencia de otros medios dependientes de infraestructuras complejas, la radio analógica, alimentada por simples pilas, demostró una resiliencia extraordinaria. Para muchos españoles, especialmente los más jóvenes que han crecido en la era digital, fue una revelación descubrir que un pequeño transistor podía proporcionarles la información que sus sofisticados smartphones, ahora inútiles, no podían.

 

Nuestra pasión por la radio

El protagonismo de la radio durante el apagón no ha sido una casualidad, sino la manifestación de una realidad que los datos ya venían confirmando: la radio goza de excelente salud en España. Según la primera oleada del Estudio General de Medios (EGM) de 2025, publicada apenas una semana antes del apagón, la radio generalista había alcanzado sus niveles máximos de audiencia en tres décadas, con casi 13,6 millones de oyentes diarios. La penetración del medio radiofónico se sitúa en un impresionante 57,9%, lo que significa que más de la mitad de los españoles mayores de 14 años escuchan la radio todos los días.

Esta fortaleza previa explica, en parte, por qué tantos hogares aún disponían de receptores de radio durante la crisis. La Cadena SER, líder del sector con 4.530.000 oyentes, seguida por COPE con 3.415.000 y Onda Cero con más de 2 millones, ha visto reforzada su posición tras el apagón. Las emisoras informan de aumentos extraordinarios en sus audiencias durante el día 28 y los días posteriores, con ciudadanos que han redescubierto el valor de este medio.

 

Normalidad en EmitirOnline.com

Desde las oficinas de EmitirOnline.com, estuvimos operativos gracias a los grupos de respaldo, no sin algunas complicaciones para atender llamadas y poder contestar a los tickets de manera puntual. La infraestructura funcionó con normalidad, a pesar de que muchos de nuestros clientes y emisoras, no pudieran transmitir debido a la falta de suministro eléctrico y conectividad en gran parte de España. Nuestros clientes en Canarias y Baleares, continuaron sus emisiones, en general, con normalidad.

Para nosotros, como empresa formada por profesionales del sector de la radio, los acontecimientos del 28 de abril reafirman nuestra convicción y nuestro orgullo por pertenecer a este sector. Más allá de las cifras de audiencia, que son importantes, el apagón ha puesto de relieve el verdadero valor social de la radio: su capacidad para crear comunidad, para acompañar en momentos difíciles y para proporcionar información vital cuando todos los demás canales fallan.

La lección es clara: en un mundo cada vez más dependiente de infraestructuras tecnológicas complejas y vulnerables, debemos preservar y fortalecer aquellos medios que han demostrado su resiliencia y fiabilidad. La radio no es un vestigio del pasado, sino una garantía para el futuro. Como destacó Iker Jiménez en su programa especial sobre el apagón, salir a comprar una radio en medio de la crisis fue como adentrarse «en una distopía«, pero paradójicamente, fue ese pequeño aparato analógico el que devolvió un sentido de normalidad y conexión humana en medio del caos.

 

 

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